Alepo occidental

Viviendo con el dolor

“El 35 por ciento de los niños en Alepo son muy pequeños para su edad. El año pasado era el 25 por ciento.”

Dr. Hadil Malo

“Vi a una niña cubierta de sangre. La llevé al hospital, pero cuando llegamos estaba muerta”, dijo Fadi Fannoun, un impresor de Alepo occidental. “Fue terrible, pero ese era cotidiano en Alepo”.

Ahora, él quiere que su hija Rita, 6, pueda estudiar y estar segura. Fadi reposa tras haber sido operado de una hernia hace una semana.

“Yo era el único que podía acarrear agua y leña a la casa”, dijo. “El dolor era terrible, pero no tenía dinero para operarme”. Fadi se benefició del programa médico de Caritas, que organizó su operación y pagó por ella. Ahora está mejorando.

La Dra. Hadil Malo trabaja en el centro médico de Caritas. “Las personas que vienen aquí son muy pobres. No tienen dinero. A menudo, están gravemente enfermos de cáncer o enfermedades cardíacas. Durante la guerra les era muy difícil encontrar medicinas”, dice.

Ella es pediatra. “Hay un problema serio de desnutrición. Los niños no se alimentan adecuadamente. Sólo toman té y un poco de pan”. El 35 por ciento de los niños en Alepo son muy pequeños para su edad. El año pasado era el 25 por ciento.

Hala Abden, 9, es una de sus pacientes. Uno de sus ojos fue dañado por una bomba. “Necesita tratamiento, pero es muy caro”. Sus padres no lo pueden costear”, dice la doctora. “Caritas está tratando de ayudarlos a conseguir el dinero. Si no recibe ayuda, perderá la vista en ese ojo”.

Camilla y Jules

“Estamos viejos y enfermos. Mi vida es dolor sobre dolor. Caritas nos da cestas de víveres, ropa y medicinas. Sin ellos no tendríamos nada que ponernos.”

Camilla es una viuda de 85 años. Vive con Jules, seis años menor que ella y también viudo.  “Somos como hermanos. Si él tiene hambre, yo tengo hambre. Si yo sufro, él sufre. Si uno de nosotros muere, el otro morirá”.

Ambos se benefician de la labor de Caritas. “Por suerte, Caritas viene a cuidarnos”, dijo. “Sin su ayuda estaríamos perdidos. Estamos viejos y enfermos. Mi vida es dolor sobre dolor. Caritas nos da cestas de víveres, ropa y medicinas. Sin ellos no tendríamos nada que ponernos”.

Camilla tiene edad suficiente para recordar Alepo durante la II Guerra Mundial,  durante la época del colonialismo francés, la ley marcial y la guerra árabe-israelí de 1973.  “Cuando era pequeña, no había electricidad en Alepo. Utilizábamos lámparas de gas y cocinábamos en una Babor”, dijo.

“Alepo se convirtió en una ciudad moderna. Ahora está destruida, pero volverá a crecer. Recen por nosotros y por aquellos que nos ayudan. Confiéranles el poder de ayudar a los pobres y los indefensos”.